El 1 de noviembre la Iglesia celebra la Solemnidad de Todos los Santos, una fiesta en la que celebramos, agradecemos, hacemos memoria y pedimos intercesión de todos los Santos de la historia de la Iglesia, conocidos y no conocidos.
Este año de 2024 la festividad cae en viernes. Se trata de una celebración "de precepto", por eso el horario de misas será como en un domingo:
- Jueves 31 de octubre: 19:00h.
- Viernes 1 de noviembre: 10:00, 11:30, 13:00 y 19:00h.
El día 2 de noviembre celebramos la Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos, un día en que la Iglesia reza de manera especial por la salvación de todos los difuntos. No se trata de una fiesta, no es un día "de precepto". Las misas, oraciones, y sacrificios del día se ofrecen por los difuntos. Te recordamos que nuestro horario de
las misas del sábado 2 de noviembre son, como las de cualquier sábado:
- Sábado 2 de noviembre: 08:30 y 10:30h. (en la misa de las 19:00h. ya se celebra el Domingo)
El significado de la Solemnidad de Todos los Santos La liturgia católica dedicado esta Fiesta a hacer memoria de todas aquellas personas que, a pesar de las debilidades y el pecado, fueron dóciles a la acción del Espíritu Santo y ahora comparten la gloria de Cristo. Son Santos todos los Hijos de Dios que vivieron de manera heroica la fe, la esperanza y la caridad, siguiendo el ejemplo de Jesús, y que practicaron en modo eminente las Bienaventuranzas. Consideramos que, quien ha vivido así, pertenece a la Iglesia Triunfante, al desconocido número de los Santos. Esta fiesta nos recuerda, además, que todos estamos llamados al mismo destino de los santos.
La celebración de Todos los Santos data del siglo IV, cuando en diversas comunidades de la Iglesia se empezó a celebrar la memoria de los mártires y a pedir su intercesión (los primeros datos de esta celebración los encontramos en Antioquía, en el domingo después de Pentecostés, como nos cuenta san Juan Crisóstomo 347-407). Entre los siglos VIII y IX, la fiesta comenzó a difundirse en Europa, cuando el Papa Gregorio III (731-741) fijó la fecha del 1 de noviembre para esta celebración (día elegido para coincidir con la consagración de una capilla en San Pedro dedicada a las reliquias "de los Santos Apóstoles y de todos los santos mártires y confesores, y de todos los justos hechos perfectos que descansan en paz en todo el mundo").
El significado de la conmemoración de Todos los Fieles Difuntos
La Conmemoración de los Difuntos nos habla de la posibilidad de entrar a gozar en el Reino de los cielos o de quedarnos fuera de la fiesta eterna (cf. Mt 25, 46-46). En esta celebración la Iglesia intercede por todos los difuntos, rezando por ellos, ofreciendo sufragios y limosnas, y, sobre todo, ofreciendo el mismo sacrificio de Cristo en la Eucaristía, de modo que todos los que aún después de su muerte necesitasen ser purificados de las fragilidades humanas, puedan ser definitivamente admitidos a la visión de Dios.
La muerte física es un hecho natural, parte del ciclo de la vida. En la concepción cristiana, este evento natural nos habla de otro tipo de vida sobrenatural donde no existe la muerte. Dios quiere que todos participen en abundancia de su propia vida divina (cf. Jn 10,10); vida divina que el género humano perdió como consecuencia del pecado (cf. Rm 5,12). Dios no quiere, de ningún modo, que permanezcamos en esa muerte espiritual, por eso Jesucristo, nuestro Salvador, tomando sobre sí mismo el pecado y la muerte, les ha hecho morir en su misterio pascual (cf. Rm 8,2). Gracias pues al Amor del Padre y a esa victoria de Jesús (cf. Jn 3,16), la muerte física se ha convertido en un pasaje, en una puerta que nos conduce al encuentro con Dios (cf. Ef 2, 4-7).
El recuerdo de los difuntos forma parte natural de la historia de la humanidad. Pero con el evento de la Resurrección de Cristo (cf. Mt 28, 8-15), la memoria y la piedad hacia ellos se enriqueció radicalmente: deseamos que en ellos se cumpla lo realizado y prometido por Cristo. Ya los primeros cristianos, como se puede ver en las catacumbas, esculpían la figura de Lázaro resucitado como signo de la esperanza de que su pariente amado también volvería a la vida gracias a Cristo (cf. Jn 11, 38-44). No es hasta el siglo IX que aparece una conmemoración litúrgica de los difuntos, recogiendo una costumbre monástica que data de un par de siglos antes: en los monasterios se dedicaba un día entero a la oración por los difuntos. En el siglo X esta conmemoración de todos los fieles difuntos se situó el 2 de noviembre, el día siguiente de la Solemnidad de Todos los Santos.